jueves, 25 de marzo de 2010

TIEMPOS DE DESASTRES


Los tiempos de desastre te hacen consciente de la realidad tal como es. Esta es siempre frágil, todos estamos siempre en peligro. Pero en los tiempos normales tú estás muy dormido y no te das cuenta. De ordinario sueñas e imaginas cosas bonitas para los días venideros, para el futuro.


Y en los momentos en que el peligro es inminente, de improviso te haces consciente de que el futuro puede no existir, que éste es el único momento que tienes.
Los tiempos de desastre son muy reveladores. No traen nada nuevo al mundo, simplemente te hacen consciente del mundo tal como es. Te despiertan. Si no lo entiendes puedes volverte loco; si lo entiendes, puede que despiertes.


No tiene sentido preocuparse, pues de ese modo sólo te perderás este momento sin que puedas ayudar a nadie.
Ese es el secreto de cómo trascender el peligro.

El secreto consiste en empezar a vivir más plenamente, más totalmente, más alerta, para que puedas encontrar en ti algo que no puede ser tocado por la muerte.

Ése es el único refugio, la única seguridad.

Así que lo único que importa es cómo usar cada cosa. Lo que sea, úsalo bien.


El desastre y el peligro son grandes, pero grandes las oportunidades también.

Osho pepitas de Oro

miércoles, 17 de marzo de 2010

CONSIDERACIONES Y RECOMENDACIONES SOBRE EL ESTRÉS POSTRAUMÁTICO


A exactamente 18 días de acontecido el triple terremoto (Sismo, Tsunami y Saqueos) todavía no podemos hablar, como he visto por ahí, de apariciones de estrés postraumático (TEPT), ya que si bien existen síntomas como: angustia, insomnio, hipersensibilidad, miedo, etc.; estos, tal nos señala el MINSAL en su portal web, son relativamente “normales” luego de la magnitud de los hechos acontecidos y podrían categorizarse dentro un trastorno por estrés agudo, en donde “los síntomas aparecen en las 4 primeras semanas después del suceso traumático y duran un mínimo de 2 días y un máximo de 4 semanas” (APA, 1994).
Si luego de un mes de ocurrido el evento traumático, presentamos miedo intenso, impotencia o terror, puede pensarse en la presencia de un TEPT. Asimismo, requiere la presencia de: reexperimentación persistente del suceso (flashbacks o pesadillas que reproducen el hecho); evitación de hechos, personas o pensamientos asociados con el suceso y reducción en la capacidad de vincularse con otras personas y de experimentar emociones. A esto se acompaña una hiperexcitación fisiológica (como problemas para dormir, irritabilidad y tensión muscular). En un estudio del terremoto de México de 1985, se reportó que el 32% de la población presentaba síntomas de TEPT hasta un mes después del terremoto. Por otro lado, investigaciones acerca de la prevalencia de vida del TEPT, indican que oscila entre 3,5% y 16% tras desastres como incendios, terremotos y erupciones volcánicas (Yehuda y cols, 1998). En este mismo sentido Chaparro y cols. (2006), al estudiar damnificados del terremoto de en Moquegua Perú el año 2001, encontraron que el 16% de participantes tenía TEPT después de un año de ocurrido el terremoto.
En este sentido y en nuestra actual situación, cabría hablar de síntomas por estrés agudo, sobretodo considerando la gran cantidad de eventos traumáticos a las que hemos estado expuestos: réplicas sobre 5 grados, ausencia de agua, apagones, carencia de alimentos, etc.
Cada uno de estos es un evento estresante más para cada una de las personas, ya que el daño psíquico que produce un evento traumático no sólo depende de su naturaleza, intensidad y duración, sino que también de la personalidad y el estado emocional de las víctimas, y el nivel de comprensión y recursos que reciben de la sociedad. El impacto emocional de una experiencia traumática varía de persona a persona y depende de factores biopsicosociales. En este sentido el apoyo social percibido, entendido como la conciencia que la red social (amigos, familiares, sociedad) que me sostiene puede efectivamente ayudarme, es considerado un factor protector de la salud mental luego de un desastre.
Todos los chilenos, obviamente de acuerdo al nivel de pérdidas –tanto humanas como materiales-, hemos sido afectados de alguna manera. La idea en minimizar las consecuencias negativas, por ello resulta importante que durante este primer mes podamos conversar acerca de nuestras experiencias con nuestros conocidos y amigos, no “guardarnos” los sentimientos negativos, ya que la “negación” produce una acumulación de angustia que ocasiona a mediano plazo trastornos más graves (como el TEPT), contar nuestros miedos a personas de confianza, llorar si tengo ganas. Movilizar nuestra red social: apoyemos, seamos solidarios, aceptemos ayuda. Por otro lado, las autoridades deberán mostrarse responsables y unidas, llegar a las comunidades, es fundamental que las personas sepan que cuentan con ellos. Por último, los profesionales y especialistas en salud mental, tenemos grandes desafíos para los próximos años, debemos desarrollar y validar estrategias – protocolarizadas- de prevención y tratamiento de patologías de salud mental, que nos sirvan para enfrentar futuras emergencias, y obviamente atender las necesidades emergentes de nuestro pueblo, sobretodo considerando que las huellas de esta catástrofe, al menos las “visibles”, demorarán algunos meses en borrarse.