miércoles, 27 de octubre de 2010

Agnosticismo y diferencias con el ateísmo

Muchos de los que rechazan el teísmo y el cristianismo prefieren definirse como agnósticos más que como ateos, por dos motivos. Primero, el agnosticismo evita el estigma social del ateísmo, mucho más atacado que el agnosticismo. En segundo lugar, el agnosticismo al menos parece  evitar el  peso de la prueba: afirmar o negar una cosa requiere una razón, pero profesar ignorancia no requiere ninguna. Aunque puede haber cierta respetabilidad intelectual en abrazar el agnosticismo, William James indica que en ello hay un gran peligro práctico. James observa que hay algunas preguntas reales, trascendentales y obligadas. Uno debe creer o descreer, incluso si la evidencia es ambigua, o arriesgar una gran pérdida; según James, ése es el caso de la cuestión de la existencia de Dios. Para los cristianos, sin embargo, la evidencia de la existencia de Dios y la verdad del cristianismo se decide absolutamente en la auto revelación de Dios en la Biblia y en la encarnación de Jesucristo.
 Actualmente “agnosticismo” se usa en varios sentidos:
 1. Como la abstención de juicio en todos los temas fundamentales, como Dios, libre voluntad, inmortalidad.
2. Para describir una actitud secular hacia la vida, tal como la opinión de que Dios es irrelevante para el hombre moderno.
3. Para expresar una actitud anticristiana y anticlerical emocionalmente cargada.
4. Como sinónimo grueso de ateísmo.
         Existen dos formas de agnosticismo, agnosticismo ontológico y el agnosticismo epistemológico.
            El Agnosticismo ontológico, que encuentra fundamentación cuando el ser ante el cual se supone que se abstiene el juicio de existencia es el SER SUPREMO, Dios. Se dice” no es posible demostrar racionalmente que Dios existe; pero tampoco que no existe y, por ello, la única conclusión racional es la abstención del juicio, de ahí la frase,” Yo soy, agnóstico”.
            La falla de este argumento se encuentra en la suposición de que ese ser supremo es posible y que, por tanto, tiene sentido referirse a Él como si se tratase de un sujeto cuya existencia o inexistencia tratásemos de demostrar.
             El agnosticismo ante saberes y conocimientos, es llamado «agnosticismo epistemológico», y es la suspensión del juicio ante ciertos «saberes, conocimientos» o «valores» propuestos como verdades reveladas, dogmas, etc. por una secta o Iglesia, por tanto, como saberes praeterracionales, que no pueden ser «derivados de la razón», pero que tampoco podrían ser impugnados por ella. Los saberes revelados y ofrecidos por una secta o Iglesia considerados como necesarios para la «salvación» son precisamente los saberes del gnosticismo, en atención a la secta de los «gnósticos» del siglo II (Valentín, Carpócrates, Basílides...) que se consideraron a sí mismos como depositarios de un saber revelado y soteriológico (salvador). El agnóstico, en este sentido epistemológico, es quien no acepta estos saberes revelados o propuestos por la secta o por la Iglesia, pero tampoco los rechaza: simplemente se inhibe o suspende su juicio creyendo saber, además, que esta suspensión del juicio sobre «asuntos que tienen que ver con la religión» no afectan para nada a las decisiones sobre juicios prácticos de su vida privada y, sobre todo, pública.
             La referencia agnosticismo, propone terminar con la concepción del conocimiento y del saber como una digestión. Conocer es engendrar o crear. No conocemos para recibir mayor intelectualidad. Conocemos para crear. Para crear lazos solidarios, fraternales, con un profundo contenido valorico altruista, que sean extensivos al mundo.

            Plutarco decía que el hombre no es un vaso donde se le vierten conocimientos, sino fuego que necesita ser encendido.

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