Muchos de los que rechazan el teísmo y el cristianismo prefieren definirse como agnósticos más que como ateos, por dos motivos. Primero, el agnosticismo evita el estigma social del ateísmo, mucho más atacado que el agnosticismo. En segundo lugar, el agnosticismo al menos parece evitar el peso de la prueba: afirmar o negar una cosa requiere una razón, pero profesar ignorancia no requiere ninguna. Aunque puede haber cierta respetabilidad intelectual en abrazar el agnosticismo, William James indica que en ello hay un gran peligro práctico. James observa que hay algunas preguntas reales, trascendentales y obligadas. Uno debe creer o descreer, incluso si la evidencia es ambigua, o arriesgar una gran pérdida; según James, ése es el caso de la cuestión de la existencia de Dios. Para los cristianos, sin embargo, la evidencia de la existencia de Dios y la verdad del cristianismo se decide absolutamente en la auto revelación de Dios en la Biblia y en la encarnación de Jesucristo.
2. Para describir una actitud secular hacia la vida, tal como la opinión de que Dios es irrelevante para el hombre moderno.
3. Para expresar una actitud anticristiana y anticlerical emocionalmente cargada.
4. Como sinónimo grueso de ateísmo.
Existen dos formas de agnosticismo, agnosticismo ontológico y el agnosticismo epistemológico.
El Agnosticismo ontológico, que encuentra fundamentación cuando el ser ante el cual se supone que se abstiene el juicio de existencia es el SER SUPREMO, Dios. Se dice” no es posible demostrar racionalmente que Dios existe; pero tampoco que no existe y, por ello, la única conclusión racional es la abstención del juicio, de ahí la frase,” Yo soy, agnóstico”.
La falla de este argumento se encuentra en la suposición de que ese ser supremo es posible y que, por tanto, tiene sentido referirse a Él como si se tratase de un sujeto cuya existencia o inexistencia tratásemos de demostrar.
Plutarco decía que el hombre no es un vaso donde se le vierten conocimientos, sino fuego que necesita ser encendido.